Una lágrima, sólo una lágrima rodando por mi mejilla mientras el avión despegaba ha servido para darme cuenta de cuanto deseaba quedarme. Aquí no me esperaba nada, sólo problemas y dudas.
¿Cómo decirles a tus padres que has suspendido tres? ¿Cómo aceptar que tus mejores amigas se van en menos de dos meses, que te vas a quedar prácticamente sola? ¿Cómo afrontar el hecho de que… (eso no lo voy a escribir aquí, pero supongo que marca un antes y un después)? Aunque nos debamos una oportunidad, aunque no sepa exactamente lo que va a pasar; la intuición no me falta tampoco. Aunque pudiera entretenerme haciéndole daño a más de uno; no podría traicionar su confianza, al menos esta vez no.
Cuando estás lejos y te entretienes de aquí para allá no piensas en esas cosas, pero… todos los miedos han vuelto nada más volver a casa.
¿Qué me quedará el año que viene?
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