Yacía plácidamente sobre la cama mientras lo esperaba. Cuando apareció le sonrió tiernamente, llevaba una semana queriendo verle y por fin había ocurrido; él estaba allí para abrazarla y ayudarla a olvidar que nada a su alrededor valía la pena.
Segura entre sus brazos intentó dormirse después de una noche tormentosa, pero la adrenalina de tenerlo tan cerca no le dejaba conciliar el sueño; sus brazos, su sonrisa, su olor… todo la incitaba a dejarse llevar y perder la cabeza una vez más. ¿Debía?
No hay comentarios:
Publicar un comentario