Podría despertarme todas las mañanas a tu lado, fundirme en tus brazos y observarte durante horas mientras duermes.
Podría llenarte de besos y caricias; la cara, la espalda, los brazos… y quedarme todo el día entre risas, abrazos, mimos y luchas absurdas. Sin ninguna noción del tiempo o sentido de la responsabilidad.
Mi casa está donde estás tú.