A las dos de la mañana el calor en su habitacón era insoportable; el sudor bañaba su cuerpo desnudo bajo una fina sábana color burdeos.
A pesar de eso, no quería estar sola en aquella cama.Buscaba su fantasma en una especie de sueño que ni siquiera llegaba a serlo.
Consciente de que aquello no sería posible, se conformaba con mirar la pantalla del ordenador cada vez que un golpe de calor azotaba su cuerpo; despertandola así de un estado constante de duermevela. Ni rastro de él, una noche más la sensación de angustia se apoderó de ella. ¿Dondé estarás?
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